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CETERIS PARIBUS
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AQUÍ LA VOZ DE EUROPA



Joaquín Bochaca


Ezra Loomis Pound, tal vez el escritor que más influyó en el desarrollo de la literatura Inglesa en el siglo XX, nació en Hailey Idaho, Estados Unidos, en 1885. Murió, tras agitada vida, en Venecia, en la Italia que tanto amó en 1972.


El caso de Pound es, probablemente, el más típicamente ilustrativo de la crueldad de esta

época desquiciada. De la peor de las crueldades. De la crueldad intelectual. Del odio al

pensamiento; del desprecio por la Cultura. Odio y desprecio que generan el asesinato de García Lorca y el linchamiento legal de Ezra Pound. Linchamiento que se produjo, no en razón de sus escritos, sino de sus opiniones, verbalmente expresadas a través de las ondas de Radio Roma, en el transcurso de la última conflagración mundial.


Tras estudiar en la Universidad de Pennsylvania y en Hamilton College, amplió estudios en

Europa, donde adquirió la convicción de que la poesía "es un oficio que requiere inteligencia activa", iniciando sus actividades docentes y de descubridor de talentos. No recordamos otro escritor que haya dado el espaldarazo a tantas figuras importantes de la literatura como Ezra Pound. En efecto, como editor extranjero de la revista "Poetry" (Poesía), de Chicago, trajo a sus páginas a escritores de la talla de William Butler Yeats y Robert Frost y publicó el primer trabajo de Thomas Stearns Eliot. Gracias a su influencia, y contra el parecer de editores y marchantes, se publicaron "Retrato de un Artista adolescente" y, sobre todo, el famosísimo "Ulyses", de James Joyce, así como "Tarr", de Wyndham Lewis.


Pero no se detuvo ahí su labor en pro de la Literatura. Si ayudó a promocionarse a nuevos e

indiscutibles valores, también fue notable su trabajo de revalorización de figuras y obras

olvidadas; injustamente olvidadas por las “modas", las tendencias o, simplemente, la trivial

superficialidad humana. Así, escritores como Firdusi, Enrico Pea, Scarfoglio y otros italianos, o el francés Laforgue.


Fundó, junto a sus compatriotas Amy LoweIl, Doolittle y Fletcher, y los ingleses D.H.

Lawrence, Aldington y Flint, el Movimiento Imaginista poético, surgido como una reacción contra las tradiciones excesivamente románticas y los acaramelamientos de la literatura clasicista victoriana. Ya en 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, Pound escribió la primera Antología Imaginista.


Sus principales poemas son "Homenaje a Sexto Propercio", en que describe el ocaso del

Imperio Romano, y "Hugh Selwyn Mauberley", en que, desde otro ángulo, habla de la decadencia del Imperio Británico. Pero su principal contribución al tesoro de la gran literatura la constituyen, sin duda alguna, sus "Cantos". En ellos Pound, lo mismo que Joyce, demuestra cuán artificial, cuán "demodé" es la vieja separación entre verso y prosa. Diferenciación que puede admitirse en lo formal tan sólo, mas no en lo esencial. Partiendo de la Odisea, las Metamorfosis de Ovidio y la Divina Comedia, Pound lleva a cabo una auténtica cosmogonía, es decir, expresa su visión de la formación del Universo.


Los ”Cantos", en un total de 117, fueron iniciados en 1917 y terminados en 1968. Los

“Cantos Pisanos", publicados en 1948, fueron escritos en 1945 y 1946, cuando el poeta se hallaba en la cárcel -una cárcel norteamericana instalada en Italia- y le valieron el Premio Bollingen de Poesía. Hombre de cultura universal, Pound utiliza en sus "Cantos" los principales idiomas occidentales y el chino, que dominaba al igual que el árabe. Naturalmente predomina el inglés, el idioma materno del poeta, pero abundan las expresiones en provenzal, en griego, en latín, en francés, castellano, italiano muy especialmente; la razón estribaba, según Pound, en que en cada idioma se han expresado ideas, versos, sentencias, en forma tan redonda, tan definitiva, que ya no es posible mejorarlas, y sólo pueden repetirse tal como se concibieron en el idioma original, o

en el idioma en que las "pensó" él. En tal sentido, los ”Cantos” constituyen una verdadera antología de todo lo que en Oriente y Occidente, sobre todo en Occidente, ha sido poesía,

conocimiento y pensamiento.


Importantísima es también la labor de Ezra Pound como traductor. Se inició en esta tarea

vertiendo al inglés moderno textos del Old English, o ”inglés viejo", hablado por los isleños de los siglos VII a XI; luego dio a conocer en Occidente textos del japonés y del chino (“Cathay" y muy especialmente la Antología clásica definida por Confucio) y finalmente los "Poemas de Amor del Antiguo Egipto". Su conocimiento del provenzal, para él la lengua poética por excelencia, era también profundísimo, y varios poemas de los “Cantos” están escritos en esa lengua romance.


No pueden, tampoco, omitirse sus "Cartas", ni sus "Ensayos Literarios”, publicados en 1954,

mientras estaba en una cárcel norteamericana.


Hemos dicho, y no será ocioso repetir, que la maligna crueldad y estupidez de la época se

cebó en este hombre genial, en este auténtico ”fuera de serie" de la literatura contemporánea. El motivo político fueron sus "Conversaciones Radiofónicas" que hemos traducido al castellano. Los fallos de la política y la economía norteamericana en tiempos de Roosevelt hacen que Pound apoye teorías económicas y regímenes políticos que le hacen muy impopular entre la "intelligentzia” de su país, entendiendo por tal al círculo intelectual dominante e influyente, aunque no necesariamente a la auténtica élite del mismo. Escribe un opúsculo, "Jefferson y Mussolini", laudatorio para ambos estadistas, pero que no agrada en su país, o a la aludida "intelligentzia" del mismo, y ello será un cargo más contra él.


Pound, tras haber vivido largo tiempo en París, se había instalado en Italia hacia 1930. Un

hombre como él no pudo permanecer indiferente a los grandes problemas y a las grandes

corrientes políticas de su tiempo. Ni el más cerril y sectario de los adversarios del poeta podrá pretender que éste se fue a vivir a Italia por razones ideológicas, sino artísticas, aunque es bien cierto que Mussolini le había seducido, sobre todo por el aspecto corporativista y antimaterialista de su doctrina político-económica. Y, por tal motivo, en 1939, hizo, por la radio de Roma, varias alocuciones, dirigidas a su pueblo, y a Inglaterra, en las que reclamaba la apertura de negociaciones de paz. Es más, en Diciembre de 1941, cuando los Estados Unidos entraron en guerra, trató de regresar a su país, pero no pudo lograrlo, y lo cierto es que los principales obstáculos a su proyecto procedieron, precisamente, de las propias autoridades norteamericanas.


Exasperado por ello, reemprendió sus charlas radiofónicas, de inspiración tan pacifista como

anti-rooseveltiana. Para él, en sus charlas, la responsabilidad de la guerra fratricida entre pueblos blancos incumbía, prioritariamente, a la Finanza, a lo que él llamaba la Usurocracia. Pero no estaba solo en tal apreciación. Más bien podría decirse que se hallaba excelentemente acompañado. Por ejemplo, Sir. Frederick Soddy, un inglés que fue laureado con el Premio Nobel cuando tal galardón no estaba politizado como hogaño. Claro es que Soddy aludía discretamente a conceptos como ”Finanza" y "Usura", mientras Pound citaba nombres y apellidos. Tal precisión habría de pagarla, él mismo, usurariamente.


Cuando las tropas americanas llegaron al norte de Italia, Ezra Pound fue hecho prisionero.

Sin duda, ignoraba él los odios que su postura política había suscitado en los Estados Unidos. Como a menudo sucede en tales casos, sus compatriotas le trataron peor a él que a sus enemigos extranjeros. Es el sino de los "traidores", pues siempre se es el ”traidor” de alguien y la adjudicación de tal estigma se la reserva, invariablemente, el vencedor. Pound no sólo fue internado, sino que incluso conoció el suplicio. Primero estuvo en una celda de castigo, en la oscuridad absoluta, a pan y agua. Luego, en una celda de condenado a muerte, antes de ser juzgado. Posteriormente fue encerrado en una jaula con barrotes de hierro y abandonado en medio del campo, a la intemperie: el populacho de los alrededores desfilaba ante él, insultándole y escupiéndole. Finalmente fue transferido a otra celda, donde, completamente aislado, pasó varios meses antes de ser enviado, en otra jaula, a los Estados Unidos.


Tras ser sometido a una parodia de proceso político, sus jueces le declararon mentalmente

incapaz de ser juzgado, y ordenaron su reclusión en el hospital psiquiátrico de Saint Elizabeth, en Washington. Continuó escribiendo en prisión. Está claro que para cualquier persona dotada de un mínimo de sensibilidad y sentido común, el asilo psiquiátrico equivalía para el poeta a una prisión. Los adversarios de sus ideas políticas organizaron una violenta campaña para que no fuera puesto en libertad. Hubo que esperar hasta 1958, año en que, gracias a la intervención de varios escritores amigos, y muy especialmente de Ernest Hemingsvay, Pound fue autorizado, por fin, a abandonar el asilo. Su primera decisión al salir a la calle fue la de abandonar los Estados Unidos y regresar a Italia país que, por espacio de catorce años, había sido su patria adoptiva. Nada más llegar, declaró a la prensa que, por fin, estaba libre de un manicomio poblado por ciento ochenta millones de habitantes.







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