- ceterisparibus@gmail.com
Velimir Jlébnikov: tres poemas

La vanguardia rusa fue un ardiente grupo de unos pocos solitarios majestuosos y otros muchos deshilachados por el tiempo, entre los primeros estuvo Velimir Jlébnikov. Conviviendo con los grandes simbolistas ( Blok, Bieli, Ivánov) y con la enorme Edad de Plata(Mandesltam, Tsvietáieva, Ajmátova, Pasternak, Bábel, Bieli), este poeta extiende la lengua para cubrir el mundo que su razón abre. Occidente coloca a Jlébnikov como "futurista" -que él variaba a "futuriano" - aunque quedará casi desconocido
al lado de Maiakovski, quien precisamente decía de el:
"Jlébnikov no es un poeta para consumidores. Ellos no lo deben leer. Jlébnikov es un poeta para productores. Jlébnikov no tiene poemas. La integridad de sus obras impresas es una ficción. La apariencia de integridad es más que nada obra de las manos de sus amigos. Nosotros escogimos del montón de borradores desechados por él los que nos parecían más valiosos y los hicimos imprimir. No era raro que la cola de un esbozo se pegara a una cabeza extraña, provocando la alegre perplejidad de Jlébnikov. Durante su corrección no se podía dejar que él se acercase, tachaba todo, por completo, y entregaba después un texto completamente nuevo. Cuando llevaba una obra a la imprenta, Jlébnikov generalmente agregaba: “Si no queda bien, reháganlo”. Al leer, a veces se interrumpía en la mitad de una palabra y simplemente decía: “Y etcétera”. En ese “etc.” está todo Jlébnikov: él planteaba un problema poético y brindaba los medios para resolverlo, pero el uso de la resolución para fines prácticos se lo cedía a los demás".
TRES POEMAS
1
Yo no sé si la Tierra gira o no, depende de si cabe la palabra en un renglón. Yo no sé si fueron mi abuela o mi abuelo monos, como tampoco sé si prefiero lo ácido o lo dulce. Pero sé que quiero bullir y que quiero que el Sol y la vena de mi mano una común tremor. Pero quiero que el rayo de la estrella bese el rayo de mi ojo, como un ciervo a otro (¡oh, sus bellos ojos!). Pero quiero creer que cuando yo tiemble en un temblor común se una el universo. Pero quiero creer que hay algo que queda cuando la trenza de la amada sustituya, por ejemplo, por el tiempo. Quiero sacar del paréntesis el factor común que nos une a mí, el sol, el cielo y el polvo perlado.
2
Los elefantes se golpeaban con sus colmillos de modo que parecían piedra blanca bajo la mano de un artista. Los ciervos entrelazaban sus cuernos de modo que parecía que los uniese un antiguo matrimonio con mutuos arrebatos y mutua infidelidad. Los ríos desembocaban en el mar de modo que parecía la mano de uno sofocando el cuello de otro.
EL HAMBRE