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CETERIS PARIBUS
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¡Viva la Revolution!


Becky Akers

¿Por qué eres anarquista, minarquista, libertario? O, seamos más puntuales, ¿cómo te convertiste en uno?


Algunos de nosotros investigamos los hechos, analizamos los datos, y voilá. Pero la gran mayoría de personas no investiga. Confían en los héroes, esos personajes legendarios, reales o imaginarios, a quienes admiran. Y es que los héroes a menudo nos ayudan a ser lo que somos. De ahí que si, en tu niñez, aspirabas a ser como los Hardy Boys o Nancy Drew, es muy probable que te guste desvelar misterios.


Pero los niños no son los únicos que imitan a sus héroes. Al menos uno de los payasos de la Corte Suprema aprueba la tortura, si un agente ficticio salva a la civilización con ella.

Nunca subestimes el poder de una historia. Desafortunadamente, demasiadas historias ponen y han puesto al Estado en el papel del campeón. Ya se trate de los detectives de la policía que atrapan al asesino en los misterios de un asesinato, el bombero aficionado en una novela romántica, o los reyes, reinas y guerreros que protagonizan la ficción histórica, Leviatán brilla. Entre las líneas se esconde el mensaje tácito de que necesitamos a los gobiernos, la fuente de todas las bendiciones.


Pero como demuestran los escritores de Rose Wilder Lane a Robert Heinlein, la ficción puede servir a la libertad tan hábilmente como lo ha hecho al Estado. Especialmente cuando el protagonista es tan inteligente como el Teniente Columbo o tan valiente como Serpico.


Te invito a conocer a Nathan Hale, el protagonista precioso, inteligente, ingenioso y valiente de mi primera novela, Halestorm.


Sí, como Serpico, Nathan Hale realmente existió. La mayoría de nosotros lo conocemos como el espía que el ejército británico ahorcó durante la Revolución Americana, supuestamente después de que lamentara tener una sola vida que dar por su país. (Él en realidad no dijo eso.) Quizás también recuerdes que solo tenía 21 años cuando el Estado lo ejecutó. Si estás especialmente familiarizado con el período, te darás cuenta de que murió pensando que la Revolución era una causa perdida, que el gobierno pronto capturaría al General George Washington y su Ejército Continental, que era solo cuestión de días antes de que el Estado triunfara y matara la libertad tan seguramente como lo mataría a él. Sin embargo, prefirió morir antes que negar sus aspiraciones de libertad.


Una confrontación tan dura y estimulante del hombre contra el Estado, la competencia eterna y completamente fascinante entre el bien y el mal, hace que la ficción sea increíble. Así que me sorprendió descubrir que nadie había escrito una novela sobre el valeroso Capitán Hale. Ahh, claro, había varios libros para niños, pero nada para adultos.


Y uno se pregunta: ¿Por qué no se había escrito una novela sobre él? ¿Te imaginas algo más intrigante que el espionaje solitario de Nathan detrás de las líneas del enemigo, más emocionante que su traición y captura, más dramático que su muerte? Entonces, también, algo mucho más grande que su vida dependía del éxito de su misión: su causa, la libertad que impregnó e impulsó la Revolución. Ningún novelista podría inventar una trama más fascinante.


Mientras investigaba Halestorm, pronto supe que Nathan había sido tan magnífico en la vida como en la muerte. Él es el héroe ideal: increíblemente guapo (prácticamente todos los que lo recordaban elogiaron su apariencia. Las damas, enamoradas de él, no se podían contener y suspiraban en voz alta con una expresión de picardía, ¡Tan guapo!); increíblemente atlético (un testigo recordó cómo Nathan "saltaba desde el fondo de un barril de sesenta y tres galones de capacidad, arriba y abajo, en un segundo y desde el segundo, arriba y abajo, en un tercero como un gato, utilizando, para realizar esta hazaña a menudo, su mano sobre una valla alta como su cabeza, y saltaba sobre ella . . ."); brillante (hablaba griego y latín con fluidez a la edad de 14 años, cuando se matriculó en el Yale College); juguetón (firmó una página de garabatos "Nathan Hail"); y todo adorable.


Sorprendentemente, cuanto más lo investigaba, mejor crecía. No muchas personas, incluso los Padres Fundadores, pueden tolerar tal escrutinio, y mucho menos emerger con sus halos intactos. Hurgas en la vida pública de Ben Franklin, y encontrarás a un buscavidas que se promueve a sí mismo, mucho más interesado en escalar que en la libertad. John Adams es un hombre de estado que es insoportablemente pomposo al respecto, Alexander Hamilton un presumido arrivista. Incluso el mismo George Washington pierde su brillo cuando gana la presidencia.


En cambio, Nathan no llegó a esos extremos. Por supuesto, apenas tenía 21 años para equivocarse de rumbo, frente a los 84, 91, 47 y 67 de los Padres Fundadores, respectivamente. Pero nunca se equivocó. Él siempre se mantuvo firme por la Libertad - incluso en los momentos que ésta cuesta más.


Apuesto a que Nathan ganará los corazones de otras personas tan a fondo como lo hizo con el mío. La gente que nunca leerá a Mises o a Bastiat, que no podría importarle menos la política y confundir la Escuela Austriaca con una academia europea, correrá a través de una novela sobre un chico genial y lindo arriesgándolo todo. La apologética estrechamente argumentada sobre la libertad no los moverá, pero Halestorm podría, no porque yo sea una gran escritora, sino porque Nathan Hale es bien convincente. Y así como absorben el subtexto de un Estado benevolente y omnipotente de Mission: Impossible o Fargo, sentirán un feroz amor por la libertad de Halestorm.


Lee mi novela Halestorm. Mejor aún, recomiéndala a tus amigos, tuitea sobre ella, publica un comentario en Amazon y Barnes and Noble, insta a la gente a devorar la historia. Continuemos la Revolución y extendámosla a un público completamente nuevo.


Becky Akers ha publicado dos novelas sobre la Revolución Americana, Halestorm y Abducting Arnold. Ambas celebran la libertad y la sedición, entre otras alegrías, así que cómpralas ahora, antes de que las prohiban.


Traducción Luis Reguillo Sánchez

Fuente https://www.lewrockwell.com/2012/09/becky-akers/viva-la-revolution/

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